jueves, 4 de marzo de 2010

Sesión del 25 de septiembre de 2005.

Comienza mi peregrinación hacia una nueva pintura. Será pequeña, pero bella. El faro del fin del mundo, el Faro que es Cristo, un faro de cultura -un Nóbel- , un faro móvil y quijotesco, un faro solitario ¡tan solitario como una torre! (la Torre de las constelaciones, aquella de Adamus), un faro de soledad. Y allí estará también su Dulcinea, tan hermoso como mascarón de proa. Será un pequeño homenaje a Neruda, un quijote.