Iván Tapia
Invito a todos los poetas de Valparaíso y el mundo a responder la pregunta ¿Qué hace Don Quijote en Valparaíso? Envíenme sus textos y reflexiones sobre el ilustrísimo Alonso Quijana, quien fue iluminado por los libros caballerescos y aquella ideal figura de Amadís de Gaula que lo inspirara.
También es necesario rescatar la persona de su no menos noble historiador, Don Miguel de Cervantes Saavedra, del cual sólo he encontrado mención como humilde y melancólico homenaje al escritor insigne de la lengua castellana, nada más que el letrero de escaparate de la Zapatería Cervantes, en Calle Independencia, en Valparaíso. No hay estatuas ni placas conmemorativas para Don Miguel ni para Don Alonso ¡Qué ingratitud para con nuestra lengua!
Probablemente descansan los textos de su autoría en los viejos anaqueles de las universidades porteñas, en la Casa de la Cultura Hispánica y en bibliotecas particulares, mas en las calles no hay muro que ostente su figura o un grafitti de aquella maravillosa narración que se inicia con "En un lugar de La Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho tiempo que vivía un hidalgo de los de lanza en astillero, adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor."
domingo, 11 de noviembre de 2007
EL CABALLERO DE LA TRISTE FIGURA
Iván Tapia
En agosto del año 2005 inicié la serie pictórica "DON QUIJOTE EN VALPARAÍSO". En ella confluyen todas mis imágenes anteriores, en un caos en que se van relacionando entre sí los iconos más disímiles. ¡Cuánto trabajo, reflexión y tiempo en soledad, ha costado llegar a esta solución plástica! Estoy contento con el hallazgo, aunque nunca conforme... Así es el camino del artista.
La figura del Hidalgo me atrajo, quizás por la celebración de los 400 años de su publicación por Cervantes, quizás porque mis tres hijos viven en España, tal vez porque amo las letras. ¡Quién sabe qué asociaciones hay en mi cabeza al respecto! Mi padre, gran lector, falleció el 23 de abril del año 2004, curiosamente en el Día Internacional del Libro. El motivo de esta fecha es el nacimiento de Cervantes, Shakespeare y el Inca Garcilazo de la Vega, tres cumbres en la literatura universal. Aquel día 23 de abril del 2004 el Grupo Literario La Mano, al que pertenezco, hizo un homenaje a los tres autores.
Mi progenitor no era un quijote, sí un hombre racional, de trabajo y honesto. Me enseñó a amar los libros y no impidió que cultivara las artes, aún cuando las percibía poco prácticas. Él me obsequió libros de Pintura, me llevó a museos y siempre estuvo en los eventos culturales de mi vida de artista. Su rostro era enjuto, nariz grande y con la sonrisa siempre en los labios; de palabras amables, gentil en el trato, una mezcla de severidad y ternura.
La figura del Caballero de La Mancha comienza a aparecer en mis pinturas, bajo la firma de Contardo, en esta serie. Con su lanza, a pie o a caballo, a veces como un soldado de la Edad Media o como un personaje de cuentos, extrañado de esta ciudad que no tiene molinos sino ascensores. Pero ¿qué hace el Quijote en Valparaíso?
Este loco, poeta, visionario, es el mismo Contardo que vaga por las callejuelas de Valparaíso. El apellido materno finalmente triunfó en mis telas. Hace más de veinte años atrás, decidí retomar los pinceles, y lo hice con un estilo definido: la segmentación de la tela en muchos cuadros. En cada uno de ellos sucedía una escena diferente, como si mirase por los miles de ventanas que hay en mi ciudad y pudiera ver el drama humano que se vive en cada una de ellas. Ahora el Caballero de la Triste Figura, recorrerá todas las veredas de Valparaíso e irá desfaciendo entuertos, liberando viudas y doncellas, recorriendo las páginas innumerables que se escriben con dolor y alegría en esta ciudad patrimonial.
En agosto del año 2005 inicié la serie pictórica "DON QUIJOTE EN VALPARAÍSO". En ella confluyen todas mis imágenes anteriores, en un caos en que se van relacionando entre sí los iconos más disímiles. ¡Cuánto trabajo, reflexión y tiempo en soledad, ha costado llegar a esta solución plástica! Estoy contento con el hallazgo, aunque nunca conforme... Así es el camino del artista.
La figura del Hidalgo me atrajo, quizás por la celebración de los 400 años de su publicación por Cervantes, quizás porque mis tres hijos viven en España, tal vez porque amo las letras. ¡Quién sabe qué asociaciones hay en mi cabeza al respecto! Mi padre, gran lector, falleció el 23 de abril del año 2004, curiosamente en el Día Internacional del Libro. El motivo de esta fecha es el nacimiento de Cervantes, Shakespeare y el Inca Garcilazo de la Vega, tres cumbres en la literatura universal. Aquel día 23 de abril del 2004 el Grupo Literario La Mano, al que pertenezco, hizo un homenaje a los tres autores.
Mi progenitor no era un quijote, sí un hombre racional, de trabajo y honesto. Me enseñó a amar los libros y no impidió que cultivara las artes, aún cuando las percibía poco prácticas. Él me obsequió libros de Pintura, me llevó a museos y siempre estuvo en los eventos culturales de mi vida de artista. Su rostro era enjuto, nariz grande y con la sonrisa siempre en los labios; de palabras amables, gentil en el trato, una mezcla de severidad y ternura.
La figura del Caballero de La Mancha comienza a aparecer en mis pinturas, bajo la firma de Contardo, en esta serie. Con su lanza, a pie o a caballo, a veces como un soldado de la Edad Media o como un personaje de cuentos, extrañado de esta ciudad que no tiene molinos sino ascensores. Pero ¿qué hace el Quijote en Valparaíso?
Este loco, poeta, visionario, es el mismo Contardo que vaga por las callejuelas de Valparaíso. El apellido materno finalmente triunfó en mis telas. Hace más de veinte años atrás, decidí retomar los pinceles, y lo hice con un estilo definido: la segmentación de la tela en muchos cuadros. En cada uno de ellos sucedía una escena diferente, como si mirase por los miles de ventanas que hay en mi ciudad y pudiera ver el drama humano que se vive en cada una de ellas. Ahora el Caballero de la Triste Figura, recorrerá todas las veredas de Valparaíso e irá desfaciendo entuertos, liberando viudas y doncellas, recorriendo las páginas innumerables que se escriben con dolor y alegría en esta ciudad patrimonial.
¿QUÉ HACE DON QUIJOTE EN VALPARAÍSO?
Iván Tapia
He visto por las calles de mi vieja ciudad a este enjuto y extraño caballero, lanza en mano y mirada severa pero a la vez compasiva, algo melancólica, defender a una prostituta del proxeneta explotador; detener el tránsito para que cruce la calle el hombre ciego y conducirle hasta su casa.
He visto a tal caballero, venido de tierras manchegas, confundir torres con molinos y molinos con gigantes, abalanzarse con su espada sobre las amarillas paredes del ascensor Polanco y estremecerse un tal Sancho, huaso que le acompaña, tan loco y tan lúcido como su patrón.
Les juro que he visto a más de un Quijote construir su casa contra el viento empinada en los cerros, a un reo elevando un volantín en el patio de la antigua cárcel porteña, a un gringo organizando recitales y un libro interminable de poemas leidos en los bares y jamás publicado; no miento cuando les digo que aquí hay muchos Quijotes disfrazados de señores muy pulcros y razonables, y no son menos los Sanchos irremediablemente Quijotizados por esta ciudad que más que Valparaíso, debiera llamarse Valparanoia.
He visto por las calles de mi vieja ciudad a este enjuto y extraño caballero, lanza en mano y mirada severa pero a la vez compasiva, algo melancólica, defender a una prostituta del proxeneta explotador; detener el tránsito para que cruce la calle el hombre ciego y conducirle hasta su casa.
He visto a tal caballero, venido de tierras manchegas, confundir torres con molinos y molinos con gigantes, abalanzarse con su espada sobre las amarillas paredes del ascensor Polanco y estremecerse un tal Sancho, huaso que le acompaña, tan loco y tan lúcido como su patrón.
Les juro que he visto a más de un Quijote construir su casa contra el viento empinada en los cerros, a un reo elevando un volantín en el patio de la antigua cárcel porteña, a un gringo organizando recitales y un libro interminable de poemas leidos en los bares y jamás publicado; no miento cuando les digo que aquí hay muchos Quijotes disfrazados de señores muy pulcros y razonables, y no son menos los Sanchos irremediablemente Quijotizados por esta ciudad que más que Valparaíso, debiera llamarse Valparanoia.
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